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El olor a castañas asadas se deja notar en Castuera

Los martes y jueves, desde principios de noviembre hasta pasada la festividad de los Reyes Magos.

El olor a castañas asadas es sin lugar a dudas uno de los signos de la llegada del otoño.

Desde hace años que en Castuera hay un puesto de castañas asadas que forma parte del decorado de estas fechas, aportando al ambiente aroma y sabor a otoño e invitando a acercarse a todo el que pasa por la céntrica calle Mártires de la localidad.

Son los hermanos de la vecina localidad de Quintana, Manoli y Juan Cruz Barquero, que han vuelto a abrir su puesto de castañas asadas para que los niños, niñas, jóvenes y mayores de Castuera disfruten del sabor de este típico producto de otoño.

Manoli y Juan, son los jóvenes herederos de una tradición familiar de castañeros, de la ellos son continuadores, dedicándose a la venta de este fruto otoñal, los martes y jueves en Castuera, y los sábados y domingos en su pueblo, Quintana de La Serena, desde hace ya diez años.

Juntos, cada tarde, se encargan de encender las brasas, preparar la caldera y atender a los clientes que van llegando mientras que la calle se llena de un rico olor a castañas asadas. «La venta va arrancando, pero aún está un poco floja porque no hace mucho frio», reconoce Manoli que, junto a su hermano Juan, estarán, hasta pasados los Reyes Magos ofreciendo sus castañas asadas las noches de los martes y jueves de 18.30 a 21.00 horas, junto a la ermita de los Mártires de la localidad.

La materia prima procede de la localidad cacereña de Guadalupe y también esto es por tradición familiar, «ya que mi abuelo decía que eran las mejores», reconoce la joven, que indica que, «en el total de la campaña esperamos consumir entre 300 y 400 kilos».

Mientras dan vueltas a la caldera, los clientes que llegan al puesto se llevan ocho castañas por dos euros, o dieciséis por tres, un precio asequible para deleitarse con el sabor de este típico producto del otoño y contribuir para que la tradición de las castañas asadas siga viva.